lunes, junio 13, 2016

Crónica del movimiento estudiantil universitario ¿Que esta pasando en Chile?






En plena calle República, Cristián Carvajal (22) está sentado frente al edificio donde empezó todo en la Universidad Andrés Bello. Ahí mismo, Carvajal cuenta la historia mientras ve la gente pasar. Y dice que el 11 de mayo todo partió con un enojo de los alumnos de Ingeniería en Minas, quienes se tomaron la oficina de la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAE) luego de sufrir una serie de descoordinaciones en los ramos que se hacen en terreno. La marcha que terminó en la toma de la DAE fue como un efecto dominó. Llegaron alumnos de otras carreras, como Medicina y Derecho, quienes compartían el descontento. “Y se empezaron a tomar los edificios”, dice Carvajal. “Nadie lo tenía preparado, fue improvisado”. 

Al día siguiente, el Consejo de Presidentes de los distintos centros de alumnos de la universidad -que poco antes destituyó a su Federación de Estudiantes por no aparecer cuando empezó la protesta que terminó en toma- optó por sumarse a una manifestación que demandaba, en primera instancia, modificar el reglamento disciplinario que, a juicio de los estudiantes, no permite el funcionamiento de organizaciones estudiantiles que sean autónomas a las autoridades universitarias. 
Tras la primera toma, pronto se sumaron el Campus Bellavista, Los Leones, Antonio Varas y el Campus Creativo. Estos dos últimos decidieron bajar la ocupación tras un acuerdo con autoridades, después de que se cumplieran algunas demandas internas. De todas formas, el fenómeno al interior de la Unab marcó la primera de una serie de manifestaciones que alcanzaron todos los campus de la universidad y que hoy mantiene a tres de las seis sedes de la casa de estudios en estado de toma total o parcial en Santiago, más la sede en Viña y Concepción, que se encuentran en toma y paro reflexivo, respectivamente.
Tras un mes de movilizaciones, los estudiantes de la universidad privada con la mayor matrícula a nivel nacional -según cifras del año 2015, la casa de estudios cuenta con más de 45 mil estudiantes- se convirtió en un hito en el nivel de movilizaciones este año, el que alcanzó a otras universidades privadas que se sumaron a las protestas, como algunas facultades en la Universidad Diego Portales, en la Universidad Santo Tomás y en la Universidad Central, que también se plegaron a las movilizaciones esta semana.
Caminar por República es ver una serie de letreros que indican cómo cada carrera ha subido su arancel desde el año 2011 al 2016. Y las alzas fluctúan entre los 500 mil y los dos millones de pesos en estos últimos cinco años. Carvajal dice que no es un tema sólo de dinero. “El arancel sube, pero la calidad de la educación baja. El año pasado la universidad obtuvo una acreditación por cuatro años, cuando antes siempre se la daban por cinco. Nos comparamos con otras Ues. privadas y vemos cómo hemos ido perdiendo terreno, no vemos inversión para mejorar en más profesores de planta o mejor infraestructura”, explica. 
Los alumnos reclaman por eventuales desvíos de Laureate -grupo controlador de la universidad, y otros planteles, como U. Viña del Mar y U. de Las Américas- de millonarios recursos al exterior en vez de reinvertir los fondos en educación.
Según cifras de la Comisión Ingresa, la Unab es una de las universidades privadas con el mayor número de estudiantes endeudados con crédito con aval del Estado: sólo en 2015, más de seis mil de sus alumnos solicitaron financiamiento a entidades privadas para pagar sus estudios, liderando el ranking como la universidad con el mayor número de estudiantes endeudados. 
Dentro del conflicto, el quiebre final ocurrió esta semana. El lunes en la tarde, la Unab entera bajó la toma para que los dirigentes estudiantiles se reunieran con el rector, José Rodríguez. Pero el rector no llegó a la cita. En su lugar se presentaron algunos vicerrectores. 
“Yo no estaba de acuerdo con la toma hasta ese día”, dice Carvajal. “Después de eso me convencí de que no tenemos otro camino”, remata. 
Antonio Baeza, vocero del consejo de presidentes Unab, confirma lo ocurrido: “El rector nos prometió que nos reuniríamos una vez que depusiéramos las tomas, pero cuando las depusimos  ni siquiera llegó a la negociación. No han tenido una voluntad de diálogo para solucionar primero los problemas internos, que luego repercuten a problemas mayores”.
Consultado por Reportajes, José Rodríguez, el rector de la Unab, se refirió a la actual situación de la universidad: “Exigimos que el diálogo se debe dar en torno a un marco de garantías mínimas de respeto por el otro y por la comunidad, sin violencia, sin medidas de fuerza como las tomas y con real interés en llegar a acuerdos que vayan en beneficio de los estudiantes y la comunidad universitaria en general”.
 En otro de los edificios de la Unab en calle República, Matías Valenzuela (23), estudiante de Odontología, y Ana Ramírez (21), de la carrera de Enfermería, abren el edificio que mantienen en toma para mostrarlo. Las reglas son claras, dicen. Ley seca, mantener el edificio limpio, no se puede insultar a carabineros, no se acepta gente de afuera y tampoco a nadie encapuchado. Mientras se hace el recorrido, Valenzuela y Ramírez dicen que las actividades pueden llegar a ser infantiles. Para matar el tiempo, en la noche juegan a la escondida, a la pinta, la gallinita ciega y el cachipún alemán. Y si de algo reniegan en la Unab es de la influencia de grupos radicales. “Este es un movimiento transversal, con gente de todas las tendencias políticas”, explica Valenzuela. Algo que al otro lado de la calle corrobora Carvajal. “Se acercaron de la Izquierda Autónoma, de la DC, para ofrecer apoyo, pero preferimos mantenernos desligados de la política partidista”, cuenta.
En medio de la conversación con Valenzuela y Ramírez llegan otros dos estudiantes. Piden que envíen a unos tres alumnos a la Casona de Las Condes y dicen que están pidiendo lo mismo en todos los edificios que la Unab tiene en República. La idea es tomarse la Casona, el único campus que no ha estado en toma. 
Eso ocurre ese mismo miércoles 8. Un grupo de estudiantes intentó tomarse la sede Casona de Las Condes, tras una votación en que varias carreras rechazaron la medida de presión contra las autoridades. Esta vez sí aparecieron encapuchados, quienes se enfrascaron en un tenso diálogo en la puerta con el decano de la Facultad de Economía y Negocios, Roberto Darrigrandi, con forcejeos de portón incluido. 
 Baeza, el vocero del Consejo de Presidentes, lo justifica así: “Nosotros no validamos la violencia, pero entendemos que muchos de nuestros compañeros tienen miedo a ser reconocidos y que tengan represalias contra ellos”. 
Una de las grandes piedras de tope para parar la movilización es que se eliminen los sumarios de la universidad contra quienes han participado de las tomas. Estos incluyen suspensiones y hasta expulsión de la universidad. 
Por mientras, la vida parece transcurrir tranquila en las tomas de República. Por los parlantes que dan a la calle suena desde Justin Bieber a Shaggy. Nada demasiado político. 
***
La mañana del jueves 9, los problemas de conectividad en Santiago por la rotura de una matriz de agua en la comuna de Providencia no modificaron los planes de los estudiantes. Tras la coincidencia de un llamado a movilización estudiantil con el duelo nacional por la muerte del ex Presidente Patricio Aylwin en abril, era la segunda vez que los principales dirigentes de la Confech recibían un llamado desde la intendencia para cancelar una jornada de protestas por la Alameda. Tras una nueva solicitud, la respuesta fue la misma: la marcha va. 
Esa tarde, tras una movilización con más de 100 mil personas en las calles -según cifraron los mismos estudiantes-, las imágenes de un grupo de encapuchados que saqueó la Iglesia de la Gratitud Nacional marcaron la jornada. La movilización fue parte de lo que los dirigentes de la Confech han llamado “la nueva ofensiva” contra el modo en que el gobierno ha llevado la reforma educacional.
A 10 años de la denominada “revolución pingüina” y a cinco de las masivas movilizaciones que lideraron dirigentes como Camila Vallejo (PC) y Giorgio Jackson (RD), hoy son otras las fuerzas políticas que lideran el movimiento estudiantil. Según reconocen varios de los actuales dirigentes, el liderazgo del denominado “Bloque Ultra” -el que cuenta con 13 federaciones en la Confech y está liderado por movimientos como Juventud Rebelde y Somos Izquierda Revolucionaria- hoy no cuenta con el respaldo de la ciudadanía que sí existía en 2011.
 “Hay consenso en la falta de fuerza, en el desgaste y la dificultad para llegar a la ciudadanía”, se lee en una de las actas de la Confech de abril de este año. 
En este nuevo escenario, en el que las privadas como la Unab y la Universidad Central llevan semanas en paro, empieza a llamar la atención el rechazo de algunas tradicionales, como la Universidad de Playa Ancha y La Serena a los llamados a paralización hechos por la Confech. De éstos, el rechazo de la Universidad de Santiago (Usach) a ir a paro indefinido ha sido el caso más emblemático.
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Adentro del enorme campus que tiene la Usach frente a la Estación Central, el movimiento parece ser normal, salvo por las elecciones para elegir a la nueva federación de estudiantes, la Feusach, que se vienen la próxima semana. Hay panfletos, música y pancartas. Los comicios enfrentan a un bloque que une las juventudes comunistas y socialistas con el Somos (lo más a la izquierda) y otro pacto que une a Revolución Democrática con el FEL. Afuera, en la esquina de la Alameda con Matucana, están estacionados un guanaco y un zorrillo en punto fijo, como es de costumbre, por si las cosas se van de las manos. Es parte del paisaje, de una identidad que muchos de los estudiantes de la universidad asumen como combativa y ha estado ahí, suspendida, por años. 
Algo de eso cambió hace unos días. En la votación realizada el miércoles 1, un 72% del alumnado (6.724 votos) optó por no sumarse al paro indefinido convocado por la Confech. Por otro lado, un 28% (2.641 votos) sí apoyó integrarse al paro. Para los estándares de la Usach, una universidad que se ve a sí misma como pilar de la Confech, la votación fue histórica. La presidenta de la Feusach, Marta Matamala, intentó bajar el perfil al resultado luego de la votación: “Yo sé que la Usach tiene esta tradición combativa, de izquierda, de paralizar, y yo creo que esa esencia no varía, pero las movilizaciones tienen objetivos y tienen tiempos”.
Adentro, en el comercio informal, manda lo vegano: alfajores, fajitas, hamburguesas. Por afuera del edificio de Ingeniería Química, un tipo pasa ofreciendo cocadas a un grupo de estudiantes. 
-Una por $ 400, tres por luca-, les dice.
-Soy estudiante de Pedagogía-, responde una de las alumnas, como excusándose por la falta de mil pesos. El resto se ríe. 
A pesar de que se votó en contra del paro indefinido, son varias las carreras que decidieron adoptar paros reflexivos: Periodismo, Historia, Bachillerato, Humanidades y Terapia Educacional. Estefanía Conejeros (18) y Elein Ossandón (22) son alumnas precisamente de esta última carrera. Ambas están pegando carteles de un grupo religioso que se llama Ministerio Evangélico Aguilas de Jesús. Conejeros explica que está en contra de los paros y de la violencia por una cuestión religiosa. “No creemos que sea una medida. La palabra de Nuestro Señor nos ordena a respetar a nuestros gobernantes y a dialogar con ellos”, asegura. 
Frente a la Facultad de Ingeniería Comercial está Javier Espinoza (23), quien estudia ahí. Espinoza es uno del casi 60% de los nuevos alumnos de la Usach que estudia con gratuidad y cuenta que es uno de los que votaron en contra de ir a paro. La clave fue la modalidad de votación.  Si antes cada carrera tenía un voto, ahora se hizo con un voto por alumno. “En la universidad son más las carreras de humanidades, que votan por ir a paro generalmente, pero somos más los estudiantes de ingeniería”, explica Espinoza. “Por eso, esta vez ganó el no al paro por tanta diferencia”, señala. 
Espinoza, además, cuenta que el año pasado estuvieron tres meses parados y que las clases las cerraron el 25 de enero de este año. “Hay un desgaste grande y la sensación que esta universidad lleva el peso de las movilizaciones”, agrega. 
Ricardo Paredes fue vocero de la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (Cones) cuando era estudiante del Liceo Barros Borgoño y este año ingresó a la Usach. Tras dos años como dirigente secundario, atribuye el fenómeno a un desgaste del estilo de movilizaciones prolongadas y a una responsabilidad de los actuales dirigentes: “El estudiante de la Usach se cansó de la política del todo o nada, de esperar promesas que no se van a cumplir y de movilizaciones eternas que no tuvieron un buen punto de resolución. Bajo esa lógica, era obvio que en la Usach iba a salir el “no” ante el paro indefinido”.
De todas formas, la política universitaria en la Usach tendrá un impacto directo sobre el movimiento estudiantil. Quien sea elegido presidente la semana que viene pasará a ser vocero de la Confech. Bárbara Góngora (24), alumna de Estudios Internacionales, ve el escenario actual con poco optimismo. “Se vino a meter RD acá y trajo sus ideas de la Católica y ofrece bicicletas, fotocopias y puntos verdes”, dice. “A nosotros eso no nos interesa, porque nuestras necesidades son más básicas. Nos interesa ir al baño y que la cadena funcione, por ejemplo”, remata. 
Góngora  se abstuvo en la votación del paro. En eso influyó ver cómo a lo largo de su carrera y el paso de los años los paros convocaban cada vez menos gente. “El año pasado, en los meses de paro esto era un desierto. La organización estudiantil está vacía, no hay voluntad de hacer política si se sigue haciendo lo mismo desde el 2011”, cuenta.
A sólo unos pasos de Góngora hay un cartel de campaña. Dice: “Movilízala perrito po…”.

Fuente la tercera


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